En la relación de pareja suele pasar diferentes motivos que generan la inestabilidad conyugal llegando hasta dar por terminada la relación. Muchos no sabemos como hacer para superar estos malestares matrimoniales y solemos decir ¡estoy haciendo hasta lo imposible para que la relación con mi pareja mejore pero no prospera! o ¡hice de todo con el fin de salvar mi matrimonio y no dio buenos resultados! etec.
Les comento que estuve leyendo un artículo y me pareció muy bonito e interesante su contenido, el cual quiero compartirlo con ustedes. Lo que dice en el articulo es genial, pero muchas veces practicarlo nos es difícil, ya que cada uno piensa tener la razón de acuerdo a los inconvenientes suscitados. Por lo que (para mí) las palabras claves son la comunicación, respeto y comprensión entre cónyuges.
¿De qué depende el éxito matrimonial?
El artículo mencionado dice:
Generalmente se dice que debemos tratar de encontrar nuestra media naranja, dando a entender como que si existiera en alguna parte del mundo un ser destinado para cada persona, suena muy romántico, pero en realidad no se trata de eso, ya que, si existiera alguien que encastre perfectamente con nuestra manera de ser, entonces el único problema sería encontrarlo. Sin embargo, por más que busquemos la “media naranja” no lo encontramos. Si nos ponemos analizar, cómo interpretaríamos las diferencias que existen entre las “naranjas” (esto no quiere decir que haya personalidades mejores o peores que otras). Por eso, uno de los motivos por las que una relación evoluciona es a raíz del entendimiento mutuo y justamente la relación matrimonial necesita un ejercicio constante para hacernos compatibles.
Sumergidos en un proyecto de por vida, necesitamos tener las metas muy claras, y cuando lo que buscamos es lo mismo y el acuerdo es la mejor elección de convivencia, entonces la mejor manera ante un conflicto será trascender los matices del día a día y lograr la armonía.
El matrimonio no debe descansar en actitudes caprichosas como “yo soy así, si te gusta bien, si no puedes irte” declaraciones que resultan en esta etapa totalmente anticonyugales, ya que no se trata de marcar diferencias, sino de encontrar las similitudes en las diferencias. Debido a que se requiere esfuerzos compartidos. Evitando las reacciones extremas, declaraciones drásticas y posturas implacables. Después de todo, estamos del mismo lado de la trinchera y el vacío se siente más hondo si empezamos tenerlo cerca. Entonces lo peor que podemos hacer con un problema es plantearlo mal y seguir con el problema pero solo.
No resuelta fácil encontrar el equilibrio y por mayoría solemos lanzarnos a la discordia con todo el arsenal de reproches agrandando aún más el estado del conflicto.
Sin duda, la mejor fórmula es hacernos compatibles en lo que nos separa, porque no existen personas hechas a la misma medida de la otra, si no, que van delineándose en el andar para ir logrando la coexistencia.
También debemos tener en cuenta que hasta los detalles más absurdos pueden terminar en peleas muy graves y hasta los detalles más mínimos pueden ordenarse a favor del otro. Por ejemplo, para una persona puntual, el hecho de tener que esperar al otro, refleja una inconmensurable desatención de su parte. Entonces, lo mejor ante estas situaciones sería empezar a compenetrarnos, entendernos y evitar más de una pelea.
Si seguimos con este ejercicio de conciliación en forma constante, hace posible que dos personas declaradas como el agua y el aceite, puedan llegar a entenderse de lo mejor. Además, cada uno conoce los defectos y las consecuencias de los mismos en su pareja y está en uno mismo, optar por una actitud caprichosa y poca inteligente, o preferir vivir en armonía con la persona que hemos elegido para pasar el resto de nuestra vida.
Así que, conciliar no es más que acordar, y para que esto suceda muchas veces hay que conceder, y con cada concesión se gana un premio que se comparte en ¡un día más de felicidad matrimonial!.
Si deseas compartir con nosotros alguna de tus experiencias, puedes hacerlo mediante un comentario.
Les comento que estuve leyendo un artículo y me pareció muy bonito e interesante su contenido, el cual quiero compartirlo con ustedes. Lo que dice en el articulo es genial, pero muchas veces practicarlo nos es difícil, ya que cada uno piensa tener la razón de acuerdo a los inconvenientes suscitados. Por lo que (para mí) las palabras claves son la comunicación, respeto y comprensión entre cónyuges.
¿De qué depende el éxito matrimonial?
El artículo mencionado dice:
Generalmente se dice que debemos tratar de encontrar nuestra media naranja, dando a entender como que si existiera en alguna parte del mundo un ser destinado para cada persona, suena muy romántico, pero en realidad no se trata de eso, ya que, si existiera alguien que encastre perfectamente con nuestra manera de ser, entonces el único problema sería encontrarlo. Sin embargo, por más que busquemos la “media naranja” no lo encontramos. Si nos ponemos analizar, cómo interpretaríamos las diferencias que existen entre las “naranjas” (esto no quiere decir que haya personalidades mejores o peores que otras). Por eso, uno de los motivos por las que una relación evoluciona es a raíz del entendimiento mutuo y justamente la relación matrimonial necesita un ejercicio constante para hacernos compatibles.
Sumergidos en un proyecto de por vida, necesitamos tener las metas muy claras, y cuando lo que buscamos es lo mismo y el acuerdo es la mejor elección de convivencia, entonces la mejor manera ante un conflicto será trascender los matices del día a día y lograr la armonía.
No resuelta fácil encontrar el equilibrio y por mayoría solemos lanzarnos a la discordia con todo el arsenal de reproches agrandando aún más el estado del conflicto.
Sin duda, la mejor fórmula es hacernos compatibles en lo que nos separa, porque no existen personas hechas a la misma medida de la otra, si no, que van delineándose en el andar para ir logrando la coexistencia.
También debemos tener en cuenta que hasta los detalles más absurdos pueden terminar en peleas muy graves y hasta los detalles más mínimos pueden ordenarse a favor del otro. Por ejemplo, para una persona puntual, el hecho de tener que esperar al otro, refleja una inconmensurable desatención de su parte. Entonces, lo mejor ante estas situaciones sería empezar a compenetrarnos, entendernos y evitar más de una pelea.
Si seguimos con este ejercicio de conciliación en forma constante, hace posible que dos personas declaradas como el agua y el aceite, puedan llegar a entenderse de lo mejor. Además, cada uno conoce los defectos y las consecuencias de los mismos en su pareja y está en uno mismo, optar por una actitud caprichosa y poca inteligente, o preferir vivir en armonía con la persona que hemos elegido para pasar el resto de nuestra vida.
Así que, conciliar no es más que acordar, y para que esto suceda muchas veces hay que conceder, y con cada concesión se gana un premio que se comparte en ¡un día más de felicidad matrimonial!.
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